LA CANTINA 10 BY DOS SANTOS – 4.5/5

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La 10, de los hermanos Dos Santos, está en la calle Casanova, casi equina con Diagonal, muy cerca de Francesc Macià. (Importante no confundir con el establecimiento contiguo: Cocinas y Baños Santos). La cantina es relativamente nueva y se nota. Tiene un aire a la sala de la casa de un futbolista: sillones blancos de piel, mobiliario reluciente, luces indirectas y una barra detrás de la cual se alcanza a divisar la pomiza. Desde que se entra se distingue el inconfundible olor a taco. Aunque la carta ofrece varios platillos, algunos tradicionales, otros experimentales, los tacos alcanzan a imponerse por encima de todo lo demás.

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Me presenté en la 10 como futbolista. No es que haya entrado cargando mis pertenencias en un neceser Louis Vuitton, sino que llegué con un esguince de segundo grado en el tobillo, caminando con la ayuda de un par de muletas. Me lesioné solo, conduciendo el balón en medio campo, en una jugada intrascendente, al querer hacer un quiebre de Neymar completamente innecesario. Me asignaron una mesa en la que pudiera subir el pie al sillón de enfrente y de inmediato nos trajeron dos salsas y unos totopos muy buenos, excelentes para calmar el hambre, como las clásicas canastas de pan que se acaban antes de que lleguen las bebidas. (Nos los comimos tan rápido que no alcanzamos a sacar la foto).

Las salsas son producción de la casa. La verde muy correcta y la roja, a pesar de picar menos que un gazpacho, tiene bastante sabor. En lugar de la clásica cerveza, dada mi condición de lisiado bajo el efecto de medicamentos que desconozco, me pedí un chesco, otro excelente chambelán para acompañar el taco. Juntos forman una dupla infalible. Pensemos, por ejemplo, en una cocota empujando unos de suadero o en un rojo asentando una tanda de chupacabras… Que la OMS recomiende mantenerse alejado de este dúo, no hace mas que reivindicarlo.

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En cuanto abro el menú me voy directo a los tacos, pasando por alto todo lo demás: hay pastores, de carnitas, vegetarianos, de asada con guacamole, de pato y alambres varios. Una oferta concisa, que no abruma. Mientras dilucido cuál pedir me llega un Whatsapp de un cuate que ya ha pasado por el calvario de un esguince de tobillo. «El pie, de ser posible, debe estar más arriba, o a la altura del corazón», me advierte mientras descubro con nerviosismo que tengo el pie por debajo de la panza. Ya me estaba preparando para hacer un desfiguro para evitar lo que parecía trombosis inminente cuando me llegó un segundo Whatsapp: «Si estás acostado obviamente». Y luego un tercero: «No vas a andar como Bruce Lee». Volví a respirar y me enfoqué en lo que me había llevado a la 10. Pedimos una orden de asada y una de pastor, que según nos dijo la mesera, son los mejores del lugar.

De las mesas del fondo llega una conversación clarividente: “Güey, no mames güey. Qué pedo la peda güey”. Me asomo para ponerle cara al emisor del mensaje: lentes de sol, camisa con motivos hípicos y alpargatas.

El soundtrack de la 10 consiste en una buena selección de cumbia y tunfla, a un volumen prudente que permite platicar sin tener que recurrir a los gritos.

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Llegan los tres de asada, servidos de forma muy generosa. Encima de la tortilla se levantan montañas de carne y chorizo, coronadas por una cumbre de guacamole, cebolla morada, cilantro y tres perlas decorativas de aceite de pimentón. Desde luego uno no se encuentra con esas monerías en un puesto de la calle, pero sorprendentemente estos tacos son lo más cercano que he probado hasta ahora al mítico taco callejero, ese que se come parado y se empuja con un Boing de guayaba o de mango. La carne y el chorizo vienen en cubos macizos, guarrones, perfectos para meterse el taco a puños y sin concesiones. Los ingredientes inundan la boca pero fluyen con suavidad. Un amasijo glorioso.

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El sabor desborda las papilas gustativas: carne salada, guacamole con limón, salsa verde, salsa roja, cebolla crujiente, tortilla y el omnipresente jugo de taco, ese líquido misterioso que ensambla todo lo demás. Son unos tacos groseros en el mejor sentido de la palabra. Salados, jugosos, muy consistentes. En resumen, muy recomendables. Los celebré como celebré aquél gol del Chicharito contra Francia en Sudáfrica hace cinco años.

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Los de pastor vienen órdenes de cinco. Al otro lado de la mesa reposan unos choricitos a la sidra. No es que en la Cantina 10 ofrezcan entradas españolas, sino que los dedos de mi pie se han ido hinchando y tornando rojizos paulatinamente por la presión del vendaje, la retención de líquidos y mi pésima postura.

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El pastor viene laminado, presentado en lonchas delgadas que se enciman, una sobre otra, como marcan los cánones, en pliegues delicados. Me acabo el primer taco. La carne está muy suave, libre de pellejos, también se presta para el bodoque. Me preparo el segundo y me lo como de tres mordidas: todavía mejor que el primero. “Muy, muy correcto”, anoto en mi celular. Para la primera mordida del tercero, estaba convencido: sin duda de las mejores mordidas de la contienda, de cerrar los ojos y heavy breathing.

heavy breathing cat

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Le pedí a la mesera que me trajera una salsa más picante para redondear la faena y me trajo una roja radioactiva. Cuando le pregunté de qué chile era me contestó que de todos. Bañé el cuarto taco y el resultado fue excelente. Eso sí, a la carne le falta la textura crujiente y casi carbonizada de los pastores chilangos, cocinados en el trompo, pero no por eso dejan de ser unos tacos más que acertados.

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Mientras nos transportábamos a México con los pastores y los de asada, en la tele pasaban la alineación del Villarreal para enfrentar al Barça más tarde ese día: Jona dos Santos saldría de titular por la banda derecha.

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El Villarreal perdió 3-0. El último gol lo clavó  Neymar después de matar con la panza un pase milimétrico de Suárez, hacer un sombrerito y rematar de media vuelta. Un golazo de esos que nunca se olvidan.  Jona no consiguió el triunfo en el Camp Nou, a pesar de que tuvo un buen partido en lo individual, pero se anotó, en conjunto con sus hermanos, un triunfo incontestable en el terreno de los tacos. La Cantina 10, que apenas acaba de aparecer en el escenario de la gastronomía mexicana en Barcelona, es un serio contendiente en este certamen, cuyas siguientes entradas pueden leer dándole like a nuestra página de Facebook o siguiéndonos en Twitter.

Fotos por @bartenbo


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